sábado, 17 de julio de 2010

LAS CAUSAS NOBLES, NO SIEMPRE LLEGAN A IGUALES DESTINOS.

Asistimos a un momento histórico. A una fecha que será recordada, a una marca en el tiempo cronológico de la historia. Pero no creo que esto sea así por la ley aprobada en el Senado, o bien, por la letra de la ley y sus consecuencias inmediatas. Sino más bien por aquellas consecuencias que no podemos merituar, ni quienes estamos a favor… ni quienes estamos en contra…; no podemos, no tenemos el don de poder argumentar con certeza si esta ley es buena o mala hoy, muchísimo menos podemos argumentar sus dolencias o éxitos a futuro. Lo que si podemos decir es que tendrá innumerables consecuencias. Vuelvo a aclarar que no escribo en el sentido de juzgar esas consecuencias con un pulgar arriba o abajo.
Creo que el debate social y el legislativo en muchas de sus voces no tuvieron en cuenta este hecho, creo que fue acelerada la opinión a favor de la “igualdad”, creo que fue más “cool” sumarse a la “reivindicación homosexual”, que estudiar profundamente los caminos posibles de soluciones que conformaran mayoritariamente a todas las voces.
En estos días se habló mucho del “cuando” se sancionó el divorcio vincular, de la oposición de la Iglesia. Y se habló porque como dije al inicio de estas líneas ese momento también fue un punto cronológico anclado en el tiempo, un punto de quiebre que generó consecuencias;”futuras”; ese momento… “contemporáneas”… hoy. Sin duda la discusión del “matrimonio gay” también, en parte, es consecuencia de aquella.
La mencionada crisis de la institución del matrimonio, la dispersión de la familia, la posibilidad de renovar la vida en pareja frente a un fracaso previo, etc. son algunas consecuencias del divorcio vincular. Quien sabe cuales serán las consecuencias de la “ley de matrimonio igualitario”; con el tiempo podremos saberlo, hoy no. Lo que si sabemos es que habrá cambios, que la familia como la conocíamos antes del divorcio vincular mutó, y hoy nuevamente mutará a raíz de esta nueva ley.
Quiero expresar mi opinión, quiero mostrar mis argumentos para sostener mi voto; ya a nadie le importa, la ley esta sancionada, es simplemente una tranquilidad personal.
Yo soy una extraña conjunción… soy abogado, lo que me lleva como mula a encontrar respuestas en el derecho a problemas y realidades sociales; y soy un hombre educado en una tradicional familia, cuyos padres llevan más de treinta años de casados, y así sus abuelos, educado en colegios católicos y además católico por elección.
Estas características que me reconozco me dan una, creo, buena perspectiva para observar esta problemática.
El matrimonio civil se valió del sacramento católico del matrimonio para poder crecer y sortear la indiferencia social. Es así que para casarte por la Iglesia católica hay (o había), que presentar el certificado de matrimonio civil. De modo que a la iglesia se le debe algo más que el nombre del matrimonio.
Me pregunto por el eficaz título de “matrimonio igualitario”. Reflexiono sobre la igualdad y me parece que lo primero que se debería haber hecho es definir tal concepto para abonar o abandonar el argumento de discriminación e igualdad.
No descubro nada, y no entraré en el tema, si decimos que todos somos iguales. Pero, que significa ese “todos somos iguales ante la ley”.
Yo soy hombre. Mi sexo es masculino. Eso no lo puedo elegir. No es mi decisión mi sexo; me fue dado desde mi origen, por Dios, por la naturaleza, por el concepto que queramos pero mi sexo es el que es; y no por mi elección. Mi sexualidad; si la elijo y es en mi fuero intimo un valuarte personalísimo que esta exento de la ley y la autoridad de los magistrados. Si de algo estoy seguro es que no soy una mujer. ¿Por qué? Porque somos distintos, los hombres de las mujeres, pueden confundirme con un judío, un europeo, etc. pero no pueden confundirme con una mujer, mis características son netamente diferentes, físicas y emocionales, soy diferente a una mujer. Hay baños de hombres y de mujeres. Hay fútbol masculino y femenino. Tenis masculino y femenino, etc. son situaciones que no me molestan… pero me sonaría muy feo, futbol para gays, tenis para gays, baños para gays… estoy convencido que si hubiera baños para gays se sentirían discriminados. Sin embargo yo no me siento discriminado por que existan baños para hombres. Seguramente es porque los gays no son un tercer sexo, hombres, mujeres y gays, sino una sexualidad distinta de los mismos hombres y mujeres. Esto me lleva a pensar, diría a afirmar que los hombres y mujeres gays no son discriminados en el matrimonio, ellos pueden casarse igual que los hombres y mujeres hétero. No veo en este caso la discriminación, o el trato no igualitario.
El artículo 172 del Código Civil exige el consentimiento de un hombre y una mujer; una persona de cualquier sexo, mujer o varón, puede contraer matrimonio y será este valido aunque practique la homosexualidad. Es una condición para la existencia de la sociedad conyugal la diversidad de sexos. Como lo es la escritura pública para la constitución de derechos reales, una condición planteada por la ley. El tema es que no pueden casarse dos hombres y dos mujeres. Igual que no pueden constituir sociedades de capital e industria dos cónyuges. Igual que no puedo casarme con el asesino de mi esposa anterior.
Dicho esto, que esta absolutamente abstraído de mi pensamiento moral y religioso, solo es un argumento jurídico o legal. Debo decir con igual apoyo, que la realidad social indica que existen parejas gays que funcionan “como” sociedades conyugales aun no siéndolo. Lo que merece, sin ningún lugar a dudas, un marco jurídico legal que le imponga los derechos y obligaciones necesarios para el normal desenvolvimiento de la sociedad, frente a esta “nueva” realidad.
Y en este sentido, legislar esta realidad, es donde se entra en un problemática semántica, terminológica, moral, religiosa… una discusión difícil, que puede herir susceptibilidades, de los miembros más conservadores pero también de los más progresistas. Y es aquí donde la discusión puede generar consecuencias a futuro que nos entreguen realidades, o efectos no deseados, (vuelvo al principio, ninguna posición puede demostrar que es lo bueno y que es lo malo, pero si podemos afirmar que los resultados serán diferentes).
Tradicionalmente el matrimonio fue el origen de la familia, el lugar de la educación y crianza primigenia de los hijos, la necesaria agrupación que sustenta la sociedad y hasta la reproducción organizada y planificada de la especie humana, y más acá de los argentinos. Como verdad incontrastable podemos decir que ese resultado, la reproducción, no lo obtendremos en una “familia gay”, no podemos decir lo mismo respecto de la crianza, de la sociabilización, del movimiento social familiar, etc.
Es en esta discusión donde deberíamos haber puesto sobre la mesa que tipo de familia queremos, defender esa familia tradicional donde su primigenio origen, la reproducción en base al amor, para heredar ese sentimiento en nuestros hijos y debatir la crisis que atraviesa y luchar por su fortalecimiento. O continuar con este tipo de familia pero agregarle a la sociedad la posibilidad de constituir sociedades conyugales distintas y con otros fines. O la posición que triunfó, modificar el matrimonio, lo que directamente modifico la constitución familiar, lo que nos depositará a futuro en una realidad diferente.
Yo se perfectamente que modelo de familia quiero para mi y para la sociedad en que vivo; esto no quiere decir que sea la mejor, solo que es la mía. Yo no estoy a favor de la familia gay. Yo hubiera elegido la segunda alternativa, considero que el matrimonio y la familia en la sociedad argentina están en crisis. Esta en crisis uno de los mayores patrimonios de los argentinos, “la familia”, (la pasta o el asado del domingo, las reuniones de 20 o 30 o 40 personas en una casa, los primos, los tíos, los abuelos, los padres, todos). No es gratuitamente que en argentina le decimos al parto “tener familia”. Sin duda, para mi el mayor valuarte de esta sociedad, que pujó para que sus hijos superaran a sus padres y así con los nietos… yo hubiera elegido apostar a afianzar aún más esos lazos, yo hubiera revalorizado el matrimonio como fuente de vida, como fuerte de los hijos para su estudio, su crecimiento, su salud etc. yo hubiera sancionado una nueva forma de vinculo que le garantizara a esas parejas del mismo sexo obtener todos los beneficios y obligaciones de la sociedad conyugal. Yo hubiera mantenido y afianzado los fines del matrimonio y hubiera generado una nueva institución que amparara los fines de las parejas del mismo sexo. Los fines del matrimonio tradicional no son los mismos que los del matrimonio gay.
Porque yo soy exactamente igual a un hombre gay, tengo los mismos derechos y obligaciones que él, no soy ni mejor ni peor, pero desde ese lugar pretender hipócritamente asumir, que una pareja de un hombre y una mujer, es igual a una de sexos iguales es irreal. Las relaciones humanas, cualesquiera sean, son causa y efecto, no obtiene los mismos resultados una discusión entre hombres, que entre mujeres o entre hombre y mujer. No son iguales las relaciones entre hombres, con hombres que con mujeres. Las parejas homosexuales no pueden procrear y las heterosexuales, si. NO ESTOY DICIENDO QUE UNAS SON BUENAS Y OTRAS MALAS, SOLO DIGO QUE SON DISTINTAS. Por lo tanto una pareja de hombres, o una pareja de mujeres, o una pareja de un hombre y una mujer… son diferentes.
Esta ley, aprobada como fue, decide igualar a parejas que son diferentes, en su origen, en su desarrollo y en sus fines.
La igualdad ante la ley no es que todos ejerzamos los mismos derechos, sino que todos en igualdad de condiciones recibamos el mismo tratamiento, y podamos ejercer los mismos derechos. Yo no puedo jubilarme, primero debo cumplir 65 años y tener 30 años de aportes, pero no por eso no soy igual ante la ley que un jubilado, esos sería así si con 65 años y 30 años aportados no me pudiera jubilar. No podemos confundir discriminación con organización, o condiciones, o requisitos, o pautas, etc.

Dios quiera que se haya entendido mi posición. Dios quiera que esa realidad distinta a lo que nos iremos enfrentando sea decente y buena para todos… para todos.
Quizás en un futuro encontremos en la tolerancia de las diferentes opiniones e ideas los más exitosos caminos para nuestra sociedad.
Yo no quisiera pensar que dentro de un noble reclamo de un sector de la sociedad, en este caso “la comunidad homosexual”, se esconden lúgubres posiciones políticas… sin embargo pienso que discutir leyes de este tipo, con trasfondos morales y familiares, busca lograr dividir una oposición mayoritaria en este momento. No quisiera pensarlo pero lo pienso.
Yo no soy un homofóbico, de hecho yo no soy fóbico, espero que aquellos que practican la sexualidad con personas del mismo sexo entiendan, que un heterosexual los respeta, aunque no comparta sus ideas, y crea sin vacilaciones que la ley que se aprobó en el Senado no es la mejor solución Jurídica para una situación que no es de discriminación sino de derechos conyugales. Y creo además, que a partir de ahora, a partir de poder casarse como cualquier pareja de diferente sexo, serán… discriminados por una sociedad hipócrita que los acompañó pero que en su intimidad los señala.
Las causas nobles, cuando se ganan, no siempre llegan a finales nobles.

Maximiliano Sampellegrini
14/07/2010

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